Agujeros negros y ondas gravitacionales: la detección mas importante hasta el momento

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El 2 de septiembre se hacía pública una noticia con gran impacto en los medios de comunicación: la detección más masiva con ondas gravitacionales de la colisión de dos agujeros negros; es decir, el mayor agujero negro detectado con ondas gravitacionales. ¿Qué impacto tiene este hallazgo para la ciencia? ¿Se reescribirán los libros de física?

Empecemos por lo básico: las ondas gravitacionales son perturbaciones en el tejido espacio tiempo, que se producen como fruto de una colisión muy masiva, por ejemplo, entre estrellas de neutrones o entre agujeros negros: como cuando tiras una piedra a un lago que crea ondas que se propagan a través de toda la superficie. Esas perturbaciones llegan a la Tierra y, aunque nosotros no las notamos, pueden ser captadas por los científicos.

Las ondas gravitacionales fueron descritas por Einstein hace más de cien años, en su Teoría de la Relatividad; pero no fue hasta el año 2016 que las pudimos detectar en la práctica con nuestros instrumentos. Los observatorios LIGO y Virgo se dedican a esta tarea. A día de hoy se ha realizado alrededor de una decena de detecciones de ondas gravitacionales, provenientes de agujeros negros colisionando, o estrellas de neutrones. Entonces, ¿qué hace a esta detección tan especial?

La detección se ha producido de la fusión de dos agujeros negros de masas mucho mayores de las que estamos acostumbrados a captar. Un agujero negro es un objeto cósmico con tanta gravedad que nada puede escapar de él, ni siquiera la luz. Y los hay de dos tipos: los agujeros negros de masas inferiores a 60 veces la masa de nuestro Sol, que se supone que se formaron por estrellas muy masivas que murieron y su gravedad las hizo colapsar sobre sí mismas; y los agujeros negros supermasivos, de más de 1000 masas solares.

Todas las detecciones de ondas gravitacionales se han producido siempre de la colisión de agujeros negros estelares, de menos de 60 masas solares; excepto esta que ha sido protagonizada por un agujero negro de 66 masas solares, y otro de 85, resultando en un agujero negro de 142 masas solares. Digamos que es un rango de masas que la física no contemplaba.

Por eso, algunos medios de comunicación han incidido en que ha sido una detección que no debería existir, o que los científicos no saben cómo ha ocurrido. Pero hay formas de explicar esta detección, sin que tengamos que refutar a Einstein ni reescribir los libros de física. Una posibilidad es que haya que revisar o retocar la física estelar; y la segunda posibilidad es que los dos agujeros negros que colisionaron a su vez sean fruto de otras colisiones de agujeros negros estelares más pequeños.

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